domingo, 4 de mayo de 2008

Las transformaciones y convulsiones de la Edad Contemporánea

Los años finales del siglo XVIII y los inicios del XIX debieron suponer también un sensible retroceso de población como se comprueba al comparar las cifras de 1785 (1.606 vecinos) y 1842 (1.165 vecinos). Clave de este descenso poblacional son las crisis de subsistencia y la fiebre amarilla de 1804-1805. Asimismo, hemos de contar con el factor decisivo de la Guerra de la Independencia y las secuelas de la misma en años posteriores. En efecto, por aquellos años y hasta la década de los treinta del siglo XIX, asistimos a la despoblación de las aldeas de Aljózar, Argalloncillo, Las Canalejas, La Cumbre, El Rubio y San José, si bien algunas de ellas volvieron a aparecer en la segunda mitad del siglo XIX.
A juzgar por los datos oficiales de población, es perceptible una recuperación demográfica sensible hacia los años centrales del siglo XIX, experimentándose entre finales de siglo y primeras décadas del XX un incremento poblacional aún más acusado que vendría paralelo al auge de las explotaciones mineras y la importante inmigración que trajo consigo, así como a otras causas demográficas o sociales suficientemente conocidas para el resto del territorio estatal (descenso de la mortalidad extraordinaria, mejores condiciones de vida, avances en las condiciones higiénicas y sanitarias de la población, etc.). Posteriormente, con la crisis demográfica originada por la Guerra Civil y las penurias de la posguerra se asistió a una clara ruptura demográfica que se aceleró en términos negativos a partir de la década de los cincuenta con el fenómeno emigratorio.
La villa de Fuente Obejuna participó, por lo demás, durante la Edad Contemporánea de las circunstancias y vicisitudes propias de la mayor parte de las zonas rurales de la provincia: inestabilidad política, pobreza y enfrentamientos sociales.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), el municipio vio desaparecer gran parte del patrimonio cultural de su memoria colectiva, al incendiarse el archivo municipal en 1810, de igual forma que la torre parroquial. Tal hecho se produjo en el enfrentamiento del general independentista Pablo Morillo con las fuerzas francesas que ocuparon la localidad. La toma de la villa por las tropas españolas se produjo el 8 de septiembre de 1810 con un frío recibimiento por parte de la población, lo que sin duda benefició a la misma cuando al día siguiente los franceses enviaron nuevas fuerzas al mando del comandante Bom y lograron reconquistar Fuente Obejuna.
La villa se benefició posteriormente, en mucha menor medida, del Aboom minero de la comarca que otras poblaciones de la misma como Bélmez y Peñarroya desde la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, hubo períodos de notable actividad económica y demográfica como consecuencia del espectacular auge de las explotaciones mineras, dando lugar a la aparición de un nuevo tipo de poblamiento en poblados anejos a las mismas.
Durante este siglo asistimos a un proceso de dispersión secundaria del hábitat paralelo a las desamortizaciones civil y eclesiástica de fincas rústicas y la roturación de nuevas tierras de cultivo. A tono con la reestructuración de la propiedad y el paisaje agrario del municipio aparecieron numerosos cortijos y caseríos en las tierras bajas del Valle del Guadiato, los sinclinales carboníferos del norte y las zonas menos abruptas del sector meridional, mientras que en las mayores altitudes se desarrollaron también algunas edificaciones relacionadas particularmente con las parcelas de olivar o la explotación ganadera (chozas y refugios de cabreros y colmeneros, por ejemplo).
Esta dispersión secundaria estuvo estrechamente unida a la parcelación peculiar de los terrazgos, la reafirmación de la propiedad individual decimonónica y la desintegración de importantes mayorazgos bien por herencia o por ventas sucesivas de parcelas. A partir de entonces el hábitat resultante se vertebró en torno a un núcleo principal concentrado, el de Fuente Obejuna, un hábitat disperso en aldeas cuyo origen se remonta a la Baja Edad Media, y, por último, una dispersión secundaria intercalar en cortijos, cortijadas, casas de labor, chozas, ventas, etc.
Asimismo, a finales del siglo XIX y principios del XX, como consecuencia de las actividades mineras desplegadas en la comarca, nos encontramos también con un hábitat peculiar que incrementó aún más la dispersión con la aparición de algunos poblados mineros y las típicas casetas de ferrocarril, que se constituyeron por entonces para favorecer esencialmente el transporte del mineral situándose sobre todo en el ferrocarril de vía estrecha de Peñarroya a Fuente del Arco, propiedad de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya.
Entre los poblados mineros destacó por su gran desarrollo el del Porvenir de la Industria, que se ha mantenido en la actualidad gracias a su buena situación en el Valle del Guadiato en una zona de importantes yacimientos carboníferos. Son éstos precisamente, junto a algunas hazas de tierra y unas cuantas cabezas de ganado, los que han fijado cierta población en este núcleo, aunque el proceso emigratorio, el impás de la minería del carbón en años recientes, la atracción ejercida por Peñarroya-Pueblonuevo y las actuales explotaciones a cielo abierto -con poca necesidad de mano de obra- han hecho disminuir fuertemente la población en las últimas décadas.
En el siglo XX el episodio de la Guerra Civil ha marcado hondamente la historia reciente del municipio, en el contexto de una estructura de gran propiedad latifundista, existencia de una importante masa de jornaleros sin tierra y numerosos conflictos sociales. La vacilación y el consiguiente abandono de las fuerzas pertenecientes a la Guardia Civil concentradas en Peñarroya-Pueblonuevo facilitó el control inicial de la población por los seguidores del Frente Popular sin apenas dificultades, dando lugar a una campaña de hostigameinto y persecución de algunos partidarios del bando nacional y miembros combativos del clero.
Posteriormente se produjeron una serie de vaivenes en el control militar del municipio, como consecuencia de su ubicación en medio de un frente estratégico en la Guerra Civil. Los nacionales consiguieron ocupar la villa el 1 de octubre de 1938 con la columna de Gómez de Gobián, pero el 7 de enero de 1939 las tropas gubernamentales volvieron a controlar el municipio, después de una evacuación obligada de muchos melarienses hacia Extremadura por la carretera de Azuaga. Poco después, el 25 de enero, los nacionales consiguieron reconquistar la villa con la 600 División Nacional. Manuel Rivera मटोस
http://www.fuenteovejuna.org/Historia/edad%20comtempo.htm

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