Adalberto García-Donas León
El eslogan utilizado por la firma comercial Media*Markt de “Yo no soy tonto”, escrito en singular y en primera persona, está dando que hablar, después del desengaño popular recibido con el gancho publicitario de que abonarían el 25 por ciento sobre lo gastado en un tipo concreto de televisor, si España llegaba a semifinales de la Eurocopa de fútbol. Eso unido a algunas que otras historias particulares negativas, es lo que me ha llevado a pensar que el eslogan “Yo no soy tonto” es como si lo dijera la propia marca para si mismos y no para sus potenciales clientes a los que en teoría va dirigido. Con ello están dando a entender que las demás casas comerciales nos engañan en los precios y que como no somos tontos, les debemos comprar a ellos, cuando en realidad está demostrando, que los tontos no son ellos y que los demás somos otra cosa…
Por poner un ejemplo: un cliente llega al Media*Markt de Córdoba y pregunta por un producto fotográfico de una marca conocida a nivel mundial, cuya referencia es igual en todos los establecimientos de España. Comprueba que las características son las correctas y que el precio, superior a los 500 euros, es exactamente igual al de otros establecimientos similares; pregunta incluso a una de las responsables de ese departamento, si el precio es modificable por pronto pago o puede tener algún otro beneficio, a lo que la dependienta, muy amable, responde que ese es un precio oficial de la marca y que no hay ningún otro tipo de oferta. A la semana siguiente esta persona vuelve al establecimiento dispuesto a llevárselo y se encuentra con la desagradable sorpresa de que el producto no cuenta con una pieza necesaria, indispensable diría yo, que en la tarjeta de la tienda con las especificaciones del producto, no figuraba señalada la falta y que la dependienta tampoco se lo advirtió, mientras que en otro establecimiento cercano de similares características –URENDE-, aunque tampoco figura esa falta, concretamente una tarjeta de memoria, sí figuraba a la vista del público una oferta oficial de la Marca para ese producto concreto, que duraba hasta final de mes. Es como si uno se compra un coche y este no lleva rueda de repuesto o radio-CD, teniéndolo que comprar aparte. Mientras que en el establecimiento de enfrente, aunque tampoco lo lleva, te dan la posibilidad de que la propia marca te lo regale tras rellenar un formulario. A eso se le llama ocultar información al usuario, jugar con ella para beneficio propio y actuar de mala fe. No te engañan, pero tampoco te facilitan la tarea diciendo la verdad.
Pero como si de un castigo celestial se tratara, su forma de trabajar jugando al despiste con el cliente, se le ha vuelto en contra tras clasificarse España para las semifinales de la Eurocopa de fútbol. La oferta ya mencionada, por la que han vendido infinidad de televisores en toda España, puede ser que se le atragante ¡y bien!, porque tras pasar de los cuartos de final, los clientes se han lanzado a reclamar el 25% del valor del televisor prometido, dando por hecho que era en EFECTIVO porque en ningún lugar a la vista, figuraba lo contrario y cuando han llegado al establecimiento correspondiente les dicen que ese 25% no es en efectivo, sino en productos a elegir de la tienda, con tres años por delante para decidirlo. La respuesta popular no se ha hecho esperar y han comenzado a llover las reclamaciones, de lo cual me alegro para que les sirva de escarmiento y la próxima vez que pretendan jugar a “NO SER TONTOS”, mal informando a los clientes, se lo piensen dos veces. Los sugiero un eslogan nuevo… Yo no soy tonto ¿y usted?. Como tampoco lo somos, seguro que si comparamos un poquito, terminaremos comprando en otro establecimiento, como ha hecho nuestro interlocutor.
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